Tenias que esperar,
antes de negociar,
tenías que guardar,
ganas para un final.
Tenías que aguardar,
tan solo un poco más,
tenías que lastimar,
para darte libertad.
Mis puertas,
estuvieron siempre abiertas,
dejando pasar,
tu voz, miradas y muecas.
Mis ventanas,
te buscaron por llegar,
siempre atentas,
sin prisa, sin brisa.
Todos fueron días ordinarios,
sin tu aliento, sin tu risa,
aburridos,
sin pitonisa.
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