Un te quiero en la mañana,
sonrisas cuando despierta,
y su mirada que cautiva,
cualquier intento de fuga.
Llamadas sin importar la hora,
mensajes que antojan,
recuerdos que atiborran,
instantes que la nombran.
Tardes de alcoba,
sin tv, sin antorchas,
jornadas que se agotan,
enredado entre sus brazos.
Pecados compartidos,
delirios repetidos,
y su compañía que no cambio,
casi por ninguna de las cosas.
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