Dejaste de brillar,
mi tiempo nunca transcurrió igual,
cada mentira que predico al amanecer,
temblando que no puedo descansar.
Cuando recuerdo,
cualquier última vez,
no me siento tan disperso,
no sé cómo decir adiós.
Cerrar los ojos,
atemoriza como el huracán,
entre imágenes y el desorden,
que dejaste al marchar.
Lentamente,
intento conciliar,
cada pedazo que extraño,
cada instante donde con vida me sentía.
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