Me dediqué a tu rostro,
acariciar cada una de tus pecas,
que me permitias contar.
Me dediqué a tus pocas horas,
que obsequiaste sin preocupar,
pero no sabes, cuanta falta me hicieron más.
Me dediqué abrazarte,
en cualquier oportunidad,
entre la lluvia, vestida, cuando todos querían mirar.
Me dediqué a remendar contigo,
las faltas que parecían enquistadas,
de mis experiencias pasadas.
Fuiste mi centro y mis ganas de girar,
fuiste mi encuentro y mil razones para continuar,
fuiste el puerto, donde quise atracar,
fuiste la celda, con puertas abiertas,
de la que no quería escapar.
Por esto y algunas cosas más,
aun dedico tiempo,
para obligar a mi recuerdo,
a escribirte, que fue cierto,
y no solo tu propio sueño.
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