Déjame tocar,
tu piel desnuda,
blanca como la luna,
suave y sin disfraz.
Déjame llenar,
tus instantes quietos,
cada parte,
de tu cotidianidad.
Déjame recitar,
versos sin duda,
escúchame,
sin conjurar tus miedos.
Déjame llevarte,
de la mano y acompañar,
cuando el sol regale,
días sin sueño.
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