sábado, 23 de noviembre de 2019

Sabado 23 de Noviembre de 2019


Si usted alguna vez se preguntó que sienten los campesinos en Colombia cuando llega la guerrilla a llevarse uno o más de sus hijos.

Si usted alguna vez se preguntó que sienten los padres al recibir los cadáveres de sus hijos como héroes de la patria.

Eso señores y señoras se llama miedo, el mismo miedo que muchos de ustedes sintieron en las últimas horas y madrugada del sábado 23 de noviembre.  Miedo a ser lastimados, a que sean heridos sus seres queridos, a perder lo que con esfuerzo han cosechado.

La mejor estrategia que utiliza el terrorismo es inyectar miedo, salvaje y barato miedo.  No puedo negar que suceden situaciones violentas en Bogotá, Cali y otras ciudades del país en los últimos días, pero tampoco puedo creer que más de media Bogotá reportara casos de intentos de asalto a hogares, tampoco puedo creer que de un momento a otro los migrantes venezolanos se organizaran de tal forma que intentaran violentar nuestras viviendas, fueron como un millón de vándalos los que por todos los barrios de la capital nos intentaron asesinar.

No sé ustedes, pero algo grande siento está sucediendo en nuestro país, algo histórico, nunca antes vivido en mis cuarenta y tantos años de ilusa libertad.  Estamos rompiendo la polarización de los últimos años, nuestro maldito enemigo se unió a nosotros, para protegernos juntos en la madrugada de ayer.  Y no fue la selección Colombia la que nos volvió a mostrar tan similares, idénticos y con este sentimiento de patria que vale más.

Gracias a Dios el estado y sus fuerzas militares nos salvaron de morir acribillados en nuestras camas, o eso espero que no piensen los que por casualidad lean esta pequeña reflexión que surge sin haber dormido, acostumbrarme a un palo como arma mortal y estar haciendo rondas con mis vecinos al perímetro de mi conjunto residencial, durante toda la noche, con la única finalidad de darnos seguridad.

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