Cada día,
cada transcurrir de momentos,
cada segundo que desaparece.
Se oscurece tu sonrisa,
olvido el tono de tu voz,
tus miradas se desvanecen,
mis dedos ya no te sienten.
Anochece,
intento descansar,
con el miedo que produce,
despertar y no recordarte más.
Cada madrugar,
cada trasnochar,
cada minuto que no estas.
Se confunde tu recuerdo,
se desconoce aquel tiempo,
donde pronunciabas mi nombre,
como nadie lo supo cantar.
Y ahora que no estas,
aun aferrado, a los besos que no das,
extrañarte sé que no es una señal.
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