Me dedico,
a extrañar,
tu mirada y manera de actuar,
tus movimientos,
tus palabras al blasfemar.
Me convenzo,
que tu falta,
no me hará mal.
Me atormento,
cuando recuerdo,
los días que ya no están,
tu forma de encadenar,
el imperio que quisimos alcanzar.
Me motivo,
con cada día que representa,
mil y una oportunidad.
Me desprecio,
solamente cuando pienso,
que no te pude cautivar,
tan solo un poco más,
de lo necesario para continuar.
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