A ti no te escribo,
aunque aún me leas,
así lo pienses,
aunque te parezca.
Para ti no son mis letras,
que continúan sin rima,
que se entregan inquietas,
y a tú juicio me recuerdan.
Le escribo a los fantasmas,
aquellos que sin carne dejaste,
que liberaste,
cuando decidiste alejarte.
Le escribo a mis demonios,
que fueron seducidos,
en su esencia profunda,
cuando sin ti me dejaste.
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