Tenía,
su diablo dentro,
ojos de fuego,
una mirada que cautiva,
a cualquier muerto.
Hervía,
mi sangre a tiempo,
con besos, caricias y movimientos,
rituales paganos,
eran su divertimiento.
Hablaba,
de sus predicamentos,
fantasmas y demonios,
que controlaba,
sin impedimento.
Me consumió,
de a poco a poco,
me fue poseyendo,
yo me entregue,
sin más fe que su aliento.
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