Desde tiempos ancestrales los solsticios han influido enormemente en las culturas y las tradiciones religiosas, por lo que no es ninguna casualidad que las festividades modernas se solapen con celebraciones paganas.
Durante esta época, el sol ronda el horizonte en una medida muy superior al resto del año, lo que reduce sus horas e intensidad en gran cantidad. A partir del solsticio, los días comienzan a crecer, aumentando la incidencia de los rayos tanto en tiempo como en intensidad hasta llegar al solsticio de verano, su punto más álgido del año. La explicación a este fenómeno viene dada por el crecimiento o decrecimiento del arco formado por el astro rey, lo que hace que en el de invierno pueda llegar a parecer que sale y se pone por el mismo lugar, mientras que en verano, da la sensación de que sale por un punto y se pone por el opuesto.
El porqué de que sean el 21 de Junio y el 21 de Diciembre reside en la inclinación de la tierra, que tiene 23,5 grados respecto a la orbita solar.
La palabra solsticio tiene una procedencia latina, y significa permanencia del sol.
A través de la historia, los humanos han celebrado el solsticio de invierno, esto lo podemos ver en monumentos como Newgrange, en Irlanda, que su planta está diseñada para capturar la luz en este preciso momento.
Las diferentes tribus indoeuropeas, también tenían sus festividades para celebrar este día, así como los romanos, que festejaban Saturnalia, en honor al dios homónimo, y en las jornadas posteriores homenajeaban a Mithra, en honor a la deidad de la luz heredada de los persas.
A día de hoy muchos cultos paganos, celebran la festividad, de hecho, según estudios recientes, numerosos colectivos están volviendo a las raíces y realizando homenajes a este día.
Fuente: http://www.nationalgeographic.es
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