No supe decir adiós,
no intente dejarte,
no me dispuse a luchar por vos.
No fui el dueño,
no concebí engaños,
no me dispuse a tu disposición.
Pero no callé,
entre todos menos yo,
al desvarío,
de tu ambición.
No fui yo,
el que te dejo.
No estuve yo,
con tus desengaños.
Y no es tarde,
para decirte,
que ahora estoy mejor.
Para decirte,
que no fui yo,
el que con miedo se convirtió,
en la mejor decisión.
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