Se de mí,
lo que aprendo a digerir,
que me permite advertir,
donde puedo ser feliz.
Se de mí,
lo que experimento al describir,
entre líneas y actos,
de recuerdos petrificados.
Intento predecir,
mi locura y enfado,
fantasmas condenados,
de mis primeros desengaños.
Sugiero al maldecir,
que nada se ha consumado,
cuando cada día ofrece,
mil musas para sobrevivir.
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