Llego a mi puerta el invierno,
Los vientos densos exigieron posada,
Se congelo mi alma,
Palabras salieron de mis labios cuarteados.
Vacacionaron fantasmas en mi piso,
Y en sus días alaridos gritaban sin calma,
La mentira fue revelada,
Decidí no creer lo maquiavélico y evidente.
Seguía soñando inconcluso,
El escalofrio llego a mi descarado,
Me obligo abrazarme tanto,
Encendí fuego a mi corazón quebrado.
Descalzo y con frio,
Esquivo cada soplo de escarcha,
Luz gradiente sobresale,
Se ríen mis labios azulados.
Luche, en noches y días encarnizado,
Luche, sin tregua, sin descanso.
Luche, una y otra vez me pense derrotado,
Luche, en crepusculo y solitario.
No fui aquel que se esperaba,
Porque vencí,
De honor se llenaron mis batallas,
Luche, una y otra vez me pense derrotado,
Luche, en crepusculo y solitario.
No fui aquel que se esperaba,
Porque vencí,
De honor se llenaron mis batallas,
Aprendí a dejarme cautivar,
Volví a casa seguro y tranquilo.
Desperté extasiado,
El fuego aun hervía lento,
Volví a observarme tanto,
Pedazos recogí, fundí, lustre y completé.
Doy pasos con orgullo,
Lastimo si es necesario,
Me abrigo, aunque no tenga frio,
Decido en mi deseo,
Apuesto,
Porque siempre gano.
Porque siempre gano.