Cuanta sospecha que tengo,
de saltar sin vacío,
arrojarme tan imprudente,
en sus encantos únicos.
Cuanta ambición que tengo,
de amortizar mi miedo,
dedicarme tan presente,
a sus días típicos.
Cuanta gana que tengo,
de mirarla sin tacto,
sentirla nuevamente,
sin cuestionar sus actos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario