Sálvame,
de mis días iguales,
de mis noches sin estrellas,
de mis lazos a medias.
Cautívame,
con tus ojos brillantes,
con tus largas piernas,
con tus ganas y risas.
Sométeme,
a no escuchar cuando me beses,
a disfrutar de tus caricias,
a perderme entre tus desdichas.
Conviérteme,
como tú lo haces,
como si viviera nada más,
como si fuera el final.
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