Tocaste a mi puerta,
me convencí completamente,
de haberme encontrado,
tan apaciblemente embelesado.
Quezalteca amarillo alicorado,
bebimos teniéndolo pactado,
entre historias y gracias,
te miraba cautivado.
Sentí el filo encantado,
de soltarme al vacío,
sin red, testigos o jurado,
nada más que estar a tu lado.
Ahora afirmo asegurado,
que te extraño más de lo acordado,
fantasma en mis noches complicado,
de penas, insignias y creencias desubicado.
De pensarte ya no quiero,
recuerdos, fantasía o sueños,
verte es lo que más deseo,
antes que acabe este invierno.
Mírame una vez más sin el legado,
de nuestros días transitados,
como cuando con gafas de sol madrugando,
divinamente nos participamos platicando.
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