Burlando la suerte,
apareces luego de estar ausente,
con antojos de maldecir,
mis días sin ti.
Lanzando los dados,
crees poder cobrar,
la deuda que te pertenece,
entre tantas barajas,
no atinas ni una mano,
ni con risas o enfados.
Y aun apostando,
hasta tus labios,
ni con el perfume más caro,
ganas mi partida.
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