Quédate conmigo,
le dije sin tanto pensar.
Porque el precio de su compañía,
no se compara con mi necesidad,
de verla cada día,
saborear su voz,
revolver sus palabras dulces,
y beber de su alegría.
Robar lo suave de su piel,
convenciendo a mi deseo,
que pronto será satisfecho,
Entre besos, piernas, espalda y pechos.
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