No era todo lo que veías,
no era lo que sentías,
no era lo que vivías,
no era lo que pretendías.
Y no era lo que adorabas,
no era claramente lo que permitías,
no era lo que recordabas,
no era lo que te asombraba.
Era simplemente,
única y exclusivamente,
sin temor a equivocarme,
todo lo que tú pensabas.
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